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Vuelos de esperanza: un camino a la recuperación de personal

Los ‘ires y venires’ inesperados de la vida cotidiana en distintas partes de nuestro país, han generado diferentes situaciones de emergencia donde en muchas ocasiones la vida de los ciudadanos queda en riesgo por vendavales, inundaciones, deslizamientos, crecientes súbitas, tormentas eléctricas, entre otros eventos naturales que generan afectación en todo el territorio nacional. El Meta es uno de los departamentos que más damnificados deja en las temporadas de lluvia, donde los fuertes aguaceros generan la creciente súbita de los afluentes de los Llanos Orientales, causando inundación en viviendas y cultivos. En este año, su Fuerza Aérea Colombiana ha logrado recuperar a cerca de 67 ciudadanos en el Meta; niños, adolescentes, mujeres en embarazo, adultos y personas de la tercera edad que quedaban atrapados en medio de las aguas o incomunicados en sus viviendas porque el agua arrasaba con las vías de acceso al sector. En esas situaciones de crisis donde ni los organismos de socorro lograban ingresar al lugar para realizar los rescates, los helicópteros UH-60 Black Hawk del Comando Aéreo de Combate No. 2, actuaban como los ángeles de metal que son, desplegando las operaciones de “Búsqueda y Salvamento” arribando hasta los sitios de inminente peligro para que con su tripulación efectúen las maniobras necesarias para acabar con la pesadilla de las personas que pasan por esta situación adversa, colocándolas a salvo en tierra. “Lo más cercano a crear una vida, es salvarla” reza el slogan que siempre citan los militares y civiles que decidieron entregar sus habilidades, esfuerzo y tiempo en la labor de Recuperación de Personal. En entrevista con el Técnico Primero Hebert Hernández Álvarez, descubrimos cómo el Suboficial decidió seguir este camino y cuántas vidas ha logrado salvar en su tiempo de servicio. ¿Cuándo ingreso a la institución y cómo se enfocó en esta área? Soy integrante del Curso No. 76 de Suboficiales, ingresé a la Fuerza Aérea Colombiana un 16 de enero del 2002, estoy próximo a cumplir 19 años contando el tiempo de haber ingresado a la Escuela de Suboficiales Capitán Andrés María Díaz (ESUFA). En mi primer año de formación militar, tuve un semestre académico/militar en el cual se nos orientaron respecto a la escogencia de algunas de las 5 especialidades que existían y de acuerdo a la antigüedad obtenida en este año se tenía la oportunidad de elegir la especialidad que más nos llamara la atención. Fue así que, guiado por mis comandantes y con la motivación de realizar los diferentes cursos de combate, tomé la decisión de ingresar la especialidad de Seguridad y Defensa de Bases Aéreas, la cual me brindaba todo un mar de posibilidades y emocionantes enfoques; en mi tercer año como “Distinguido”, un reconocimiento que le hacen a los alumnos por la excelente labor durante el proceso educativo, fui enviado al entonces Centro de Instrucción Militar (CIMIL), hoy conocido como Escuela de Instrucción Militar Aérea (ESIMA), en donde realicé satisfactoriamente los cursos de Contraguerrilla, Defensa de Bases y Paracaidismo Militar. En diciembre 18 del 2004 escalafoné al primer grado de la Suboficial, y en ceremonia militar de ascenso me impusieron el grado de Aerotécnico; con el ascenso, también llegó mi título como Tecnólogo en Seguridad Aeroportuaria, pues durante la formación militar debemos sacar adelante un tecnólogo. Mi primera unidad fue el Grupo Aéreo del Caribe (GACAR) en San Andrés Islas, en donde me desempeñé como Comandante de escuadra, y estando allí me surgió la oportunidad para realizar el primer curso de ‘Pararrescatista’ de la Fuerza Aérea Colombia conocido en términos coloquiales como curso de Recuperación de Personal. En Septiembre del 2005 inició mi entrenamiento, el cual tuvo una duración de 3 meses, durante el curso se me instruyó en diferentes técnicas de rescate y atención pre-hospitalaria, capacitaciones que nos permitió adquirir los conocimientos necesarios para sortear situaciones difíciles para ayudar al personal militar, civil e integrantes de organizaciones narcoterroristas que, por la crudeza de la guerra que se vivía en esa época, eran afectados por diferentes actos ilícitos realizados por grupos como las FARC y ELN. ¿Cómo fueron sus primeras misiones de rescate y cuántas vidas ha salvado? En enero del año 2007 fui trasladado al Comando Aéreo de Combate (CACOM6), en Tres Esquinas Caquetá, donde tuve la oportunidad de empezar a emplear los conocimientos adquiridos como rescatista, allí junto a mis compañeros tuvimos que realizar varias operaciones en las selvas de Caquetá, utilizando técnicas como ‘stabo’ y ‘grúa de rescate’ para poder realizar extracciones de militares heridos en el área de operaciones que se encontraban combatiendo a los grupos armados. A lo largo de mi vida militar en unidades como CACOM6, CACOM2 y la Fuerza de tarea Conjunta-OMEGA he contribuido a salvar más de 400 vidas de Militares, civiles e integrantes de organizaciones narcoterroristas en situaciones generadas por el conflicto armado y desastres naturales presentados en diferentes departamentos de la geografía colombiana. ¿Qué es lo más gratificante de su labor? Lo mejor de pertenecer al equipo de Recuperación de Personal del CACOM2 es poder ayudar a salvar vidas y ver la cara de esperanza y alegría de las personas una vez son rescatados por nosotros; brindar esta ayuda es satisfactorio y es algo que sólo quienes lo hemos vivido podemos describir lo grato que es y lo que se siente. En esta labor aprendemos que, sin importar la raza, color, religión, género o si es un agente generador de violencia, debemos actuar de manera humanitaria, siempre con respeto por la persona y su dignidad, brindando nuestra ayuda a cualquier persona que lo requiera. ¿Qué es lo que más le ha impactado? Lo que más me ha impactado en esta labor como rescatista, es ver en muchas ocasiones nuestros compañeros militares heridos y a la población por artefactos explosivos improvisados los cuales le generan lesiones irreversibles y traumáticas a la persona, afectando gravemente su vida Con plena satisfacción y orgullo en el rostro, el Técnico Primero Hebert Hernández Álvarez, demuestra que no hay sentimiento más reconfortante que ayudar a la gente que se encuentra en peligro. Se muestra entusiasmado y solidario en cada acción que emprende, sintiéndose afortunado de pertenecer a una institución que, sin importar el lugar, la distancia o la hora, llega a donde se le necesite.
Autor
Comunicaciones Estratégicas CACOM 2

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