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Para que otros puedan vivir, un lema que hace honor a los hermanos Mucutuy

Caía la tarde del viernes 9 de junio, habían pasado 39 días de aquel accidente que tenía consternado a todo un país, las labores de búsqueda de los cuatro menores en la densa selva caqueteña no cesaban. Eran aproximadamente las 5:00 de la tarde, cuando el piloto comandante del helicóptero Huey II del Comando Aéreo de Combate No. 6, de su Fuerza Aérea Colombiana, recibió una llamada que lo alertó, su tripulación debía proceder a la aeronave, una vez allí, realizar alistamiento del equipo de grúa para la extracción de un personal, sin tener más detalles.

Evacuación en la cual la tripulación tenía clara una cosa: cumplir la misión de manera segura; pasados unos minutos estaban listos para iniciar motores, y al momento de salir a vuelo, el Capitán Sander García, piloto de la aeronave, recalcó sobre la importancia de realizar esta extracción, pues el momento esperado había llegado.

Ante esta información de carácter reservado, sintieron escalofrío, nerviosismo y un gran peso sobre sus hombros, al tener la responsabilidad de llegar al punto ordenado para extraer de manera segura a los niños junto con su padre.

Luego de 15 minutos estaban en el aire, rumbo a las coordenadas indicadas, sabían que cada minuto era crucial, al llegar al punto había oscurecido, las condiciones meteorológicas no eran las más favorables, la comunicación con la tropa en tierra se deterioró.

Ya en el lugar específico, deciden orbitar el área, guiándose por haciendo una luz strober que desde tierra señalaba el punto, es así como a 150 pies de altura aproximadamente, el piloto estabiliza su aeronave para que el Técnico Segundo Miguel Rodríguez, lancero, paracaidista e integrante del Equipo Rescate de Personal (RP), descendiera de la aeronave en la grúa, con el objetivo de verificar las condiciones, pero quien al perder contacto con la tripulación por el radio, decide quedarse en tierra y permitir que la grúa regrese sin él a la aeronave, lo que preocupó a los tripulantes.

Al reestablecerse la comunicación, “Rodríguez, lo único que nos dijo fue: salgan, despejen a buena órbita para poder copiarles…nosotros salimos. Luego nos manifestó que por petición de la guardia indígena debemos mantener, que aún no podíamos sacar los niños del área, debíamos esperar hasta que llegara el papá o la abuela al punto y esperar que ellos realizaran un ritual tradicional de su comunidad, con el fin de agradecer a la madre tierra por permitir encontrarlos”, recuerda el Subteniente Sebastián Cáceres, copiloto.

En tanto, el Técnico Segundo Rodríguez, quien lleva 15 años en la Institución, caracterizado por su espíritu de servicio, valentía y profesionalismo, brinda las primeras atenciones a los niños, inicia revisando a Lesly, que no tuviera fracturas o cortadas y le hace preguntas para verificar su grado de conciencia, luego procedió a hacerlo con cada uno de sus hermanitos. “Estaban muy débiles, Tiem era quien tenía su salud más deteriorada, estaban consientes, reaccionaban a los estímulos y todo el tiempo les decía que ya íbamos a salir de ahí”, recuerda el rescatista.

Era una situación complicada y contra reloj, sin embargo, por la mente del rescatista pasaban sus hijos y podía asimilar todo lo que estaba pasando la familia de los niños, así que, él manifiesta lo valioso e importante que era culminar con éxito esta extracción.

El helicóptero continuó sobrevolando el punto por algunos minutos, estaban manteniendo la seguridad y esperando cumplir la orden, sacar a los niños y no dejar a ningún integrante de la tripulación en tierra, pero su combustible se agotaba, no podían esperar más sosteniendo la aeronave en un espacio aéreo especifico, por lo cual, debían proceder a Miraflores, Guaviare, para abastecer combustible de acuerdo con instrucciones del Comando Conjunto de Operaciones Especiales (CCOES), y dejar al RP para que continuara brindando la atención necesaria a los niños.

Un UH-60 en configuración Ángel del Comando Aéreo de Combate No. 2, procedía al lugar para continuar con la misión, la tripulación del Huey II les dio las coordenadas y la información del radio de frecuencia que tenía el RP, con quien tendrían contacto directo, porque con la tropa en tierra les sería difícil establecer comunicación.

Pasados cerca de 20 minutos, cuando llegó el padre de los menores y realizado el ritual, arribó la tripulación del Ángel y empezaron la evacuación; los RP que llegaron en el UH-60 se sumaron a la dispendiosa labor, pero cuando desarrollaban la maniobra el clima empeoró, una lluvia torrencial se apoderó del lugar y al momento de rescatar a Lesly, un RP permanecía en tierra, por lo cual debieron apresurar la acción.

Una vez con todos a salvo en el aire y con destino a San José del Guaviare, la tripulación continuaba monitoreando los signos vitales, los cubrió con mantas térmicas y suministró oxígeno a los niños, durante el recorrido para estabilizarlos, finalmente los RP cumplían y hacían honor al lema que los hace grandes “para que otros puedan vivir”.

La misión se había cumplido, el milagro ocurrió, el helicóptero con los cuatro menores aterrizó en el Aeropuerto Jorge Enrique Gonzales en San José del Guaviare, ellos estables y desde allí fueron transportados por la Fuerza Aérea Colombiana en un avión medicalizado C-295 a Bogotá, para ser atendidos por especialistas de la salud en el Hospital Militar Central.

Autor
Comunicaciones Estratégicas CACOM 6

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