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A sueños extraordinarios, grandes avances

A partir de 1919, la Fuerza Aérea Colombiana ha impulsado el control territorial, el desarrollo del país y la garantía de los derechos, libertades y orden constitucional de la Nación. Un propósito que ha hecho posible al ejercer soberanía en los cielos, tendiendo puentes aéreos, custodiando las fronteras y protegiendo la geografía continental, insular y marítima que nos hace un sólo Estado. Las cordilleras que nos dividen fueron superadas por pilotos y tripulaciones que cohesionaron culturas, identidades, arraigos y miradas diversas, gracias a las alas del poder aéreo.

¿Qué ha cambiado a lo largo de este rumbo? Después de más de cien años de volar, entrenar y combatir para vencer, esta Institución mira cada vez más lejos y más alto: al azul profundo. Es allí, donde se trazan los destinos de Colombia. Las antiguas civilizaciones elevaron sus ojos a las estrellas, en busca de respuestas a las preguntas que se hacían sobre su creación; Julio Verne escribió una de sus obras inspirado en el viaje De la Tierra a la Luna; y en un marco histórico-político contemporáneo, la Guerra Fría impulsó la carrera espacial como símbolo de superioridad entre las dos potencias. De igual modo, los astros han iluminado durante generaciones la pluma de literatos, el ingenio de inventores, el pensamiento de ciudadanos comunes, los propósitos de estadistas y pueblos. El mismo Marco Fidel Suárez encontraba en ellas el consuelo que mantenía viva la memoria de Gabriel, su hijo, quien murió bajo otro cielo, lejos de sus brazos. El crecimiento de la industria, hoy se proyecta en esta dimensión; nuestro país no es la excepción, aspiraciones que son una realidad gracias a la Fuerza Aérea Colombiana. En 2012, con el programa FACSAT, este equipo azul inició un camino que le permite tener dos satélites en órbita, con capacidades de observación y vigilancia. Elementos cuyo potencial, revelan un porvenir brillante para la Nación y su proyección de futuro.

El FACSAT-2, Chiribiquete, activo estratégico puesto en órbita el 15 de abril de 2023, se convierte en el pilar de toda una visión dirigida a forjar una Fuerza Aeroespacial, motor del avance del Estado. Iniciativa ambiciosa que se elevó por primera vez en 2018, con el satélite FACSAT-1, promoviendo procesos de transferencia tecnológica, profesionalización del capital humano, ampliación de redes de conocimiento y acuerdos de cooperación en el nivel público y privado, nacional y extranjero. Todos, círculos virtuosos creadores de progreso. Lo expuesto, se manifiesta en avances sucesivos, reveladores del ímpetu que tenemos para el logro de nuestro plan estratégico a 2042. La inauguración del Centro de Operaciones Espaciales, SpOC; la misión de astronautas análogos en Polonia y el promover desde el liderazgo de la Fuerza Aérea, la Comisión Colombiana del Espacio, entre otros proyectos, hacen patente este compromiso. Claramente, liderar la investigación aeroespacial nos otorga capacidades relevantes en el perfeccionamiento de esferas cruciales para Colombia. La planeación urbana, agrícola y mineroenergética; la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, así como, el adelanto de tecnologías que forman parte de la cuarta revolución, se ajustan a las posibilidades que se abren en el dominio ultraterrestre.

Los resultados derivados de este esfuerzo, han beneficiado sectores como los clústeres aeroespaciales, universidades, redes científicas, economías basadas en el conocimiento y la industria militar: un empeño de país dirigido al desarrollo humano. La misión Apolo XI, evento que nos parece lejano, es ejemplo del potencial que libera un Estado cuando fija su mirada en horizontes distantes. Potencial que incorpora múltiples efectos positivos, algunos de ellos, insospechados. De hecho, la misión Apolo XI tuvo consecuencias importantes en Colombia, al motivar la ampliación de la red televisiva logrando transmitir en vivo el alunizaje y llevarlo a los hogares del país. Decisión que apoyó la Fuerza Aérea Colombiana, con el transporte de materiales y elementos, además de técnicos y profesionales al cerro Jurisdicciones, ubicado en Norte de Santander, donde se edificaba una estación de enlace que retransmitía la señal emitida por el Centro de Control Espacial de la NASA. Sin duda, a sueños extraordinarios, grandes avances. Devenir extenso e inspirador que, como ningún otro, presenta un común denominador: el emprendimiento del ser humano. Nuestros Oficiales, Suboficiales, Soldados y funcionarios civiles, al igual que Cadetes y Alumnos -próximos líderes del poder aeroespacial-, personifican dicha vocación. Un espíritu lleno de ímpetu, imaginación e inventiva, gracias al cual, seguiremos llegando a las estrellas. ¡Ad Astra!

General Luis Carlos Córdoba Avendaño

Comandante Fuerza Aérea Colombiana

Contenido destacado de la Revista Aeronáutica Fuerza Aeroespacial Colombiana

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