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La Seguridad y Defensa de Bases en la Tierra, en el Aire y en el mar

El martes 23 de febrero de 2010, siendo las 10:25 horas, el Océano Atlántico fue el escenario donde el paracaidista militar de línea estática, Técnico Subjefe Omar Juyo, orgánico del Centro de Instrucción Militar, realizó el primer amarizaje en la bahía de Coveñas.

“Aunque este ejercicio lo había realizado con anterioridad en aguas estancadas, el saber que nos enfrentábamos a la naturaleza en aguas abiertas significaba un gran reto. Había gran ansiedad, nerviosismo y el deseo de todos de que el ejercicio saliera bien. Una vez en la aeronave, la euforia y entusiasmo nos embargó y sólo se escuchaban palabras de éxito, características de un excelente equipo de trabajo. Me ubiqué en la rampa con el pensamiento de que sería el primer paracaidista Fuerza Aérea en realizar este ejercicio. La determinación estaba en mis manos. Una vez observé el punto de referencia salté al vacío, revise mi cúpula y estaba sin novedad, observé los alrededores y solo veía agua, comencé a efectuar el procedimiento para soltar mi equipo corrigiendo la dirección para llegar lo más cerca posible del punto de reunión; al ingresar al agua salada, me liberé del equipo, marque el agua con tinta para guiar al Jefe de Salto para los siguientes lanzamientos y me dirigí a la embarcación donde me esperaban mis comandantes quienes me recibieron con gran euforia pues sabíamos que habíamos escrito una página en la historia de la Fuerza Aérea Colombiana”, así lo expresa el Técnico Jefe Juyo, el hombre que retó al mar y se alistó para obtener en esta experiencia la oportunidad de prepararse en rescate y exponer su vida a cambio de la de otros en situaciones de derribo o naufragio, dado el caso.

Luego de esta primera proeza, seis paracaidistas más fueron lanzados en iguales situaciones y con las medidas de seguridad dispuestas como si fueran nuestros primeros hombres. Ellos fueron: Capitán Fabian Alberto Useche, Técnico Primero Juan Gutiérrez Echavarría y Técnico Primero William Salazar Gómez. Su sensación similar o aún mejor a la del primer paracaidista, nos llenó de optimismo y pensamos que podemos realizar la maniobra con los tres últimos hombres que se encontraban en la aeronave. Tres hombres suspendidos sobre el mar, Teniente Edgar Quintero, Técnico Segundo Juan Varila Cajamarca y técnico Segundo Juan Gacharná Gómez. Lentamente vimos como fueron entrando uno detrás del otro al agua y empezamos a buscar desesperadamente sus cabezas sobre las olas, esperando que nos dieran la señal de que estaban bien. Uno a uno salieron a la superficie y cada vez que los divisamos se enciendía en nuestros ojos el brillo de la felicidad de saber que nuestros hombres llevan en su sangre esa estirpe de guerreros que matiza a los paracaidistas, linaje con el que se está preparado para arrancar del rayo su mortal violencia y saltar cual tempestad hacia el abismo.

En un solo día superamos nuestras propias expectativas y nos llenamos de emoción al ver materializado otro acto de valor, coraje e ímpetu que caracteriza la formación que han recibido los hombres de nuestra Fuerza Aérea Colombiana. El cielo no podría gritar mas que: “Desde las nubes victoria”.

Llegar a este momento no fue cuestión de un día ni de meses, requirió preparar a nuestros paracaidistas de línea estática en acuatizajes y en escenarios como la Laguna del Coco en el Municipio de Salgar y se requirió presentar al comando de la Jefatura de Seguridad y Defensa de Bases y a la Jefatura de Operaciones Aéreas, la idea de realizar este ejercicio operacional de salto militar.

Autor
Teniente Coronel Pablo Enrique Torres Castillo

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