Así se desarrolla el entrenamiento de caninos para operaciones especiales
En el Comando Aéreo de Combate No. 4 se llevó a cabo una jornada de entrenamiento en la que un canino de búsqueda y rescate participó en maniobras de rappel y spies desde un helicóptero, como parte del Curso de Operaciones Especiales en el que intervinieron pilotos, tripulantes y personal de comandos de la Fuerza Aeroespacial Colombiana.
El entrenamiento comienza con una primera fase de acercamiento al ambiente aeronáutico que permite al perro oler la aeronave, caminar alrededor de ella y familiarizarse con toda la actividad, lo que facilita que reconozca el entorno como un espacio de trabajo. “Buscamos que todo le resulte normal, que el ruido no le genere estrés y que entienda que la aeronave es un espacio de trabajo”, explica su guía, quien acompaña cada uno de sus movimientos.
A medida que el motor incrementa su potencia, el canino mantiene la calma, y ese es precisamente el objetivo, que nada en este entorno lo desestabilice; por ello, los guías trabajan para que el perro aprenda a socializar con más personas, a desplazarse entre tripulaciones y comandos y a conservar la concentración aun cuando la presión aumenta, un proceso que requiere paciencia, refuerzo constante y absoluta confianza entre el binomio.
Una vez que el equipo aéreo y los comandos están listos, comienza la parte más exigente, la práctica de rappel, en la que el canino desciende junto a su guía asegurado en un arnés especial que le permite mantener una postura segura mientras baja por la cuerda; el movimiento, la altura y la sensación de vacío pueden resultar abrumadores para un animal sin preparación, por lo que cada descenso se desarrolla de manera progresiva, aumentando la complejidad a medida que el perro demuestra estar completamente relajado.
La escena se repite luego con la maniobra spies, que por primera vez en la historia de la Fuerza Aeroespacial Colombiana se ejecuta con un semoviente, una técnica que consiste en quedar suspendido de una cuerda mientras la aeronave se desplaza, esta capacidad es vital cuando el terreno impide el empleo de grúa o vehículos; por lo tanto, en este ejercicio el perro aprende a mantener la estabilidad, a confiar en la sujeción y, sobre todo, a sentirse seguro junto a su guía, quien permanece a su lado durante toda la maniobra.
“El objetivo es que el canino pueda ser insertado o extraído de un área sin miedo, sin tensión y sin comportamientos agresivos como morder por estrés; queremos que todo esto le parezca parte de su rutina”, señala el guía. La rutina incluye reconocer el interior del helicóptero, acostumbrarse a los movimientos bruscos, ver más personal alrededor y responder únicamente a las órdenes de su manejador.
Al finalizar la jornada, el helicóptero vuelve a posarse sobre la plataforma y el canino desciende con la misma serenidad con la que inició, y para él cada práctica no representa un desafío, sino una oportunidad para perfeccionar una capacidad que en una operación real podría salvar vidas.


