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La Historia del Paracaídas: Ensayos y Pruebas

Segunda Parte

Cuando el mundo conoció los primeros diseños que Leonardo Da Vinci había realizado de los paracaídas y apreció la magnificencia de su creación, se rindió ante su genialidad y se dejó llevar por la emoción que representó materializar el sueño de volar.

Este acontecimiento fue un agente dinamizador que impulsó el proceso de construcción del paracaídas, que a través de prueba y error, probó la calidad de los distintos prototipos, los cuales después de ser estudiados y analizados, arrojaron importantes avances en cuanto a la generación de nuevos conocimientos y la aplicación de la técnica, y la tecnología.

El proceso de construcción del paracaídas condujó a que se alcanzarán significativos aportes en el diseño y la utilización de materiales perecederos, en este sentido se realizaron diseños en forma de triangulo, cubo y semicircular. De igual forma, se utilizaron materiales como tela, cuerda y madera indispensables durante todo el proceso de fabricación de los aparatos flotadores, pues para la época eran los materiales más livianos, resistentes y flexibles, lo cual facilitó el objetivo de brindar mayor sustentación en vuelo.

Con relación a los primeros ensayos que se realizaron con los paracaídas, se puede decir que el primer descenso exitoso fue realizado el 22 de Octubre de 1797 por el francés André Jacques Garnerin, quién saltó desde un globo a 1.000 metros de altura en cercanías a la ciudad de París. De igual forma, el primer descenso producto de una emergencia fue realizado el 24 de Julio 1808 por el polaco Jodaki Kuparento, cuando el globo que tripulaba se incendió y se vio obligado a utilizar el paracaídas. Pero el primer descenso desde una aeronave fue realizado el 1 de Marzo de 1912, por el norteamericano Albert Berry, quién se lanzó desde un biplano Benoist Pusher a 500 metros de altura en el poblado de San Luís en el Estado de Missouri, Estados Unidos.

Pese a que el paracaídas fue creado con el propósito de facilitar el descenso de las personas a grandes alturas, curiosamente no se usó durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) pues las tripulaciones de los aviones militares no estaban familiarizadas con el funcionamiento de este mecanismo. Por tal razón, la única salida de salvación que encontraron las tripulaciones de las aeronaves al ser impactas en vuelo fue el aterrizar lejos de las líneas enemigas o saltar de la aeronave corriendo el riesgo de morir en el intento.

En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la Aviación Militar ya había incluido el paracaídas como un elemento esencial para preservar la vida de las tripulaciones, el cual según los registros, salvó la vida de muchos pilotos y fue un arma silenciosa a la hora de colocar tropas en superficie y desarrollar ataques sorpresa. Curiosamente uno de los afortunados en sobrevivir al precipitarse desde grandes alturas sin paracaídas fue el Teniente Coronel M. I. Chisov de la Fuerza Aérea Soviética en Enero de 1942, quién piloteando un bombardero Ilyushin-4 fue atacado por fuerzas enemigas y antes de colocarse el paracaídas salió expulsado de la aeronave a 6.705 metros de altura y cayó sobre un barranco cubierto de nieve, lo cual amortiguó su caída y le produjó graves heridas en todo su cuerpo.

Autor
Subteniente Jorge Armando Landínez Mayorga

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