Una vida dedicada al mantenimiento, la enseñanza y servicio a la nación
Desde niño, mientras observaba los aviones de la Fuerza Aeroespacial Colombiana surcar los cielos de Puerto Salgar, Cundinamarca cerca de su natal Ibagué, el Técnico Subjefe Humberto Rubio De La Pava sintió que allí estaba su destino. Con el apoyo de sus padres, ese sueño tomó forma hasta convertirse en una carrera que hoy completa 27 años de servicio, marcada por la disciplina, la entrega y la pasión por la aeronáutica.
Su vocación lo llevó a formar parte del curso No. 73 de Suboficiales, iniciando una trayectoria que lo ha consolidado como uno de los técnicos más experimentados en el mantenimiento y operación del equipo Caravan C-208, la aeronave insignia del Grupo Aéreo del Casanare. Allí ha ejercido como operario especialista de motores, Técnico Tripulante de Vuelo (TTV), instructor de vuelo y técnico instructor de inspectores, compartiendo sus conocimientos con las nuevas generaciones de suboficiales.
“La Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC), me ha permitido desarrollarme personal y profesionalmente, brindarle bienestar a mi familia y crecer de la mano de mis compañeros, siempre con la satisfacción de aportar al cumplimiento de la misión”, afirma con orgullo.
Su disciplina y curiosidad por comprender cómo funciona cada parte de una aeronave lo llevaron a capacitarse en la Escuela Interamericana de las Fuerzas Aéreas, en mantenimiento de motores a reacción, un logro que considera uno de los más importantes de su carrera. “Desde joven me llamó la atención saber cómo operan los sistemas, cómo un avión logra volar y cómo mantenerlo en condiciones óptimas. Esa pasión es la que me ha acompañado durante todos estos años”, asegura.
Su historia también es la de un padre orgulloso, pues dos de sus tres hijas sueñan con seguir sus pasos en la FAC, reflejo del ejemplo y la inspiración que ha sembrado en su hogar.
En la Casa de los Centauros del Aire, el Técnico Subjefe Rubio continúa ejerciendo un rol clave en la formación de nuevos técnicos, guiando con su experiencia y compromiso a quienes algún día asumirán la responsabilidad de mantener en vuelo las aeronaves que protegen a la nación.
Su vida es la prueba de que los sueños de la infancia pueden volar tan alto como uno se lo proponga, y que servir a Colombia, más que una vocación, es una forma de vivir con propósito.